Es la cultura, estúpidos

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Tal y como era previsible, el Partido Popular ha recibido un buen meneo electoral en las elecciones locales, pero Rajoy y Arriola siguen encantados de haberse conocido (cada uno consigo mismo y también entre ellos dos). Piensan que el desalojo de sus barones regionales y caciques municipales no va con ellos, y que todos los nuevos gobiernos de izquierda dura que se van a dar en casi todas las CCAA y en los principales ayuntamientos va a ser la antesala de la gran victoria del PP en las generales de este otoño. Y es posible que parte de ese voto que se ha ido hacia la abstención, Ciudadanos, UPyD o VOX (el único de derechas de los tres, dicho sea de paso) en estas elecciones vuelva al redil por el miedo a un Frente Popular conformado por PSOE, Podemos, lo que pueda quedar de IU y las izquierdas independentistas.

Lo peor de Rajoy y su rasputín Arriola no es que desprecien una y otra vez los principios de la mayor parte de su cautivo electorado en cada nueva campaña electoral, ni tan siquiera el incumplimiento del programa electoral en la acción de gobierno, o el abandono del supuesto ideario del partido que sintetizó a todas las corrientes ideológicas de la no-izquierda, si no que son incapaces de entender que la derecha española en lo cultural es un páramo, incluso desde el mismo franquismo, y que ahí radica la principal explicación de porque el PP sólo puede aspirar a ganan unas elecciones ante una situación de máxima crisis económica o de desgaste del PSOE, como en el 96 y el 2011, o bien desmovilizando al votante de izquierdas como en 2000.

Evidentemente, hay mucho terreno perdido pero, al igual que con esas reformas que por cortoplacismo no se hacen, siempre es buen momento para empezar a cultivar el campo cultural y poder recoger los frutos en el futuro. Sin embargo, en el supuesto centroderecha español están más ocupado en mantener las poltronas de su dirigencia y en evitar que se levanten las alfombras. Aznar perdió ocho bonitos años para abonar el terreno de juego y lo confió todo al discurso tecnocrático de la gestión, adornado con un lacito rojigualdo cuando se pudo quitar de encima la hipoteca de Pujol y Arzallus. Rajoy se empapó con ese estilo y ahora no hace más que seguir el camino que su mentor le señaló con el dedo.

Después de que los españoles hayan descubierto el latrocinio institucionalizado del que han sido víctimas durante estos años por parte de populares y socialistas -en complicidad con sus antiguos socios nacionalistas-, en Moncloa y Génova creen que con los datos económicos y el voto del miedo bastará para hacerse perdonar, y cruzan los dedos para que los españoles empiecen a notar en sus bolsillos (previamente vaciados por Montoro) la supuesta recuperación. «Es la economía, estúpido», dicen que le dijo Bill Clinton a George Bush senior en las elecciones estadounidenses de 1992.

¿Qué tiene que pasar para que en el PP se den cuenta de que España sociológicamente vira cada vez más hacia la izquierda y que eso ocurre porque la derecha lleva décadas ausentes del panorama sociocultural o dejándolo en manos de sus contrarios? ¿Qué esperan que pase de aquí diez, veinte, treinta o cuarenta años? Parece mentira que Arriola provenga del maoísmo, o quizás es por eso por lo que no cree en los principios conservadores, liberales, tradicionales, moderados o democristianos, y tiene asumido que la izquierda es superior. Y, como Rajoy delega su liderazgo electoral en Arriola porque está ocupado leyendo el Marca, luego pasa lo que pasa.

Ahora algún gurú bien remunerado les dirá que tienen una crisis de comunicación y lo resolverán con más videos de agencia y enviando a unos cuantos nenes monos (que lo mismo podrían estar en Ciudadanos o en el ala liberal del PSOE y que no han trabajado en su vida fuera del partido) a la tele para repetir como papagayos que España ha salido de la crisis, bien flanqueados -eso sí- por un par de tertulianos hooligans oficialistas que parecen comerciales de Podemos por la cantidad de votos que le dan a Pablo Iglesias cada vez que abren la boca.

Así no se gana nunca porque cuando no pierdes, las pocas veces que gobiernas, lo haces como lo quiere el otro y empujas al país hacia su terreno aunque sea un poquito más despacio. Esto es lo que ha pasado durante la legislatura en la que el PP ha contado con la mayor acumulación de poder de la historia. Y luego nos extrañan los resultados electorales y el clima de odio por todo lo que supuestamente representa o debería representar el Partido Popular. Abandonar las ideas para aferrarse a los intereses más espúrios: este partido está perdido, y lo peor es que se llevará a toda España por delante.

Querida y contracultural España.



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