Polonia, Irlanda, España

Tres naciones católicas, tres realidades sociales, tres realidades políticas.

Bandera de Polonia BanderaEspaña BanderaIrlandaII

Tres naciones que comparte algo en común, la fe católica. Tres naciones en las que la fe católica y la Iglesia han jugado un papel fundamental en la configuración de su ser. Tres naciones cuyos nombres, , todavía hoy, remiten a la fe católica. 

Tres naciones que han compartido, en su historia, el riesgo de ser aniquiladas. España tuvo que luchar durante ocho siglos contra la invasión musulmana. Irlanda durante siglos tuvo que luchar contra la opresión inglesa. Polonia es el resultado de una lucha agónica contra el imperio ruso y más recientemente contra el nazismo y el comunismo. En esa lucha, por la supervivencia, la fe católica y la Iglesia jugaron un papel fundamental. Son tres naciones que llegan a los finales del siglos XX como naciones católicas, quizás las únicas que se identifican así en Europa.

Tres naciones que, desde los finales del siglo XX, sufren el embate del nuevo orden mundial para provocar la pérdida de su condición católica. Sin embargo, los resultados y la resistencia son diferentes.

España sufre, desde la transición, un proceso de descristianización en el que colaboran todas las fuerzas políticas, ante el que la Iglesia apenas se ha manifestado y que la sociedad, mayoritariamente católica, ha venido aceptando dulcemente bajo la excusa del mal menor y la tentación de la comodidad.

Irlanda, durante mucho tiempo, ha sufrido una presión exterior, de instituciones internacionales, para que incorporara las legislaciones propias del nuevo orden mundial (aborto, ideología de género,…). Durante mucho tiempo: irlandeses, Iglesia y partido demócrata-cristianos formaron un frente común en la defensa de los principios no negociables de Benedicto XVI. Ese frente común se ha roto. Tras el rescate económico los partidos empezaron a colaborar con el nuevo orden mundial. Tras los escándalos de abusos, ciertos y execrables, pero que no pueden descalificar la labor global de la Iglesia, ésta ha quedado amordazada. El ejemplo es el último referéndum, que promovía la protección constitucional de la legalización de las uniones homosexuales, en el que todos los partidos apoyaron el Sí, la Iglesia mantuvo un silencio vergonzante y sólo la sociedad se negó a renunciar a la verdad y dio la batalla. Una batalla bien dada (a diferencia de España, donde apenas se da), que se perdió, pero se luchó con honor (casi un 40% de noes contra todas las fuerzas políticas, sociales, económicas y mediáticas).

Polonia sufre, desde la caída del telón, presiones constantes para su descristianización. Sin embargo, en Polonia, nos encontramos una sociedad civil viva (con múltiples asociaciones y organización con capacidad de acción e influencia), con una Iglesia que, desde su papel evangelizador, soporta la existencia de una cultura y un ambiente católico y eso cristaliza en la existencia no sólo de partidos que respetan los principios de la ley natural, sino que a diferencia de España, son partidos no sólo con representación sino que, además, ganan elecciones.

En la comparación España es la que peor parada sale. Sin embargo, no hay que desesperar. Quizás, mirando a Irlanda podamos aprender de una sociedad sin complejos que se organiza para la defensa de sus principios.  Iniciando un camino hacia el modelo Polaco, donde esa sociedad, además, se vértebra en organizaciones que permiten que la existencia de representación política para los principios cristianos.

Polonia nos demuestra que nada está perdido, que se puede luchar e incluso vencer. Lo que hace falta es dar la batalla.

Mi querida y acomodada España

MQE



Categorías:Cristianismo, Iglesia, Nuevo Orden Mundial

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