El candidato del PSOE a la presidencia del Gobierno, Pedro Sánchez, se ha marcado un buen tanto mediático al aparecer en su acto de proclamación como tal con una gran bandera de España como fondo de pantalla. A la americana, como si se tratara de un candidato del Partido Demócrata, Sánchez acabó saludando con su señora esposa a los congregados en una bonita estampa: Patria y matrimonio. Lástima que en la práctica el PSOE cuestione con su discurso ideológico y debilite con su legislación tanto lo uno como lo otro.
En cuanto a la bandera: ¡ya era hora! Porque si el PSOE tenía algún tipo de problema con que la derecha sacara los símbolos nacionales a la calle, no tenía más que hacer exactamente lo mismo que ya hacían en Catalunya, el País Vasco, Galicia o Andalucía, donde competían con los partidos independentistas para ver quién enseñaba más senyeras o ikurriñas en sus actos de partido.
La izquierda es internacionalista en su origen, pero si bien en el resto de países de Europa tal postura ha sido superada, en el caso concreto español sufre de una manía persecutoria histórica hacia nuestros símbolos por entenderlos como de la monarquía y no de la nación. Acusan a la derecha de apropiación, pero en realidad lo que pasa es que muchos sienten que la bandera es la tricolor republicana (de la II República, porque la de la I era la rojigualda) y el himno el de Riego (por no decir directamente La Internacional). Por eso a demasiados socialistas no les queda otra que aceptar los símbolos única y exclusivamente en actos oficiales e institucionales como cumplimiento de la legislación referente al tema. Fuera de ellos, adoptan la postura del perro del hortelano: ni comen, ni dejan comer.
Pero la bandera bicolor o rojigualda y la Marcha Real o Granadera son la bandera y el himno de España y no del franquismo o la monarquía. Curiosamente, la bandera republicana es exhibida por independentistas cuando precisamente incluye una franja con el color morado del viejo pendón de Castilla matriz de la España que ellos consideran uniforme e irredenta (que tampoco era morado si no carmesí). En cambio, la rojigualda únicamente tiene los colores de la cuatribarrada de la Corona de Aragón a la que pertenecía el Principado de Cataluña. Visto lo visto, uno se podría preguntar si hay independentistas que lo que quieren es independizarse de una forma de estado y no del estado en sí, o si se puede ser republicano sin querer cambiar ni la bandera ni el himno.
A propósito del himno, en MQE no creemos que la letra del Himno de Riego pasara la prueba del algodón de la inquisición del buen progre: «Serenos y alegres valientes y osados cantemos soldados el himno a la lid. De nuestros acentos el orbe se admire y en nosotros mírelos hijos del Cid. Soldados la patria nos llama a la lid, juremos por ella vencer, vencer o morir.»
Y dicho esto, aunque nos alegramos sinceramente de que el PSOE normalice la bandera de España, estaría bien que demostrara este recién descubierto sentimiento patrio no pactando ni favoreciendo los gobiernos de aquellos que precisamente la descuelgan de las fachadas de los ayuntamientos, la escupen y hasta la queman. Claro está que esto último significa tener convicciones firmes, y no utilizar la bandera, según la última ocurrencia de la osada asesora de imagen y comunicación cuando tiene las encuestas en la mano, como si fuera un trapo.
Mi querida y abanderada España.
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Al menos un huen paso de Pedro Sánchez.
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Algo es algo y menos es nada.
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Es curioso que el tal Pedro Sánchez se le haya ocurrido envolverse en la bandera de España. No me fio demasiado de su patriotismo, quizás lo que pretende es quitarle a la derecha lo único que la distinguía de la izquierda socialista, pues muchas otras cosas de la izquierda se las viene tragando la derecha por parecer «moderna».
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