Durante muchos años se avisó de que venía el lobo y el lobo, ya está aquí.
Durante muchos años, al menos veinte, se ha venido avisando que el sistema de pensiones no es sostenible tal y como está diseñado. Los políticos siempre lo han negado y lo que es peor, han mirado hacia otro lado. Sólo algunas medidas cosméticas, como retrasar la edad de jubilación o limitar la actualización de las pensiones en base a la inflación se han llevado a cabo. Sin embargo, no son suficientes para resolver el problema.
Durante muchos años lo que avisaban de que el sistema colapsaba eran tachados de agoreros, de catastrofistas, de querer jugar con las esperanza de los mayores. Pero el lobo ha llegado. En el reciente debate sobre presupuestos el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, ha dejado caer que «Los pensionistas tienen que tener garantizado que el Estado estará siempre detrás de ellos y que hará las aportaciones correspondientes para garantizar su cobro». Esta declaración significa, en román paladino, que la Seguridad Social no puede hacer frente a todos sus compromisos y que, por tanto, en el corto plazo, será necesario que los Presupuestos Generales del Estado se hagan cargo del pago de algunas pensiones. Parece que el gobierno está pensando en que las pensiones de viudedad y orfandad pasen a costearse con impuestos y no por las contribuciones a la Seguridad Social.
Es decir, que la caja no da. Algo que era fácil de prever simplemente por la evolución positiva, gracias a Dios, de la esperanza de vida y la evolución muy negativa, desgraciadamente, de la natalidad en España. Los políticos nos venden que la mejor forma de solucionar este problema es la generación de empleo, y no cabe duda de que es una buena medida, pero la realidad es que no es suficiente.
Las soluciones tendrán que ir más allá y pasan fundamentalmente por tres caminos: el primero, fomentar la natalidad en España con una política real, no palabrería, de apoyo a la familia.
El segundo, fomentar el ahorro personal. Este segundo aspecto pasa por un cambio de mentalidad en el español, de forma que pase a considerarse responsable de futuro y a ahorrar para el mismo y no esperar, como pasa hoy en día, que papá estado le solucione su problema. Y por un beneficio fiscal para el ahorro.
El tercero supone, inicialmente, la transparencia de nuestros políticos para explicar, sin tapujos, a los españoles la realidad del sistema de pensiones en España para, posteriormente, abordar una reforma del sistema que sin perjudicar a los actuales pensionistas, plantee para los futuros pensionistas la reforma del sistema de reparto actual por un sistema de capitalización de forma y manera que la pensión queda garantizada.
Cuanto más se tarde en abordar este problema, más daño se hará a los españoles, en especial a los más indefensos, con menor capacidad de reacción, lo que viven de la pensión. ¿Harán algo nuestros políticos ahora que reconocen que el lobo ha llegado? El tiempo se va agotando.
Mi querida y pensionista España
Francisco. Muy interesante su comentario. Apelando a su experiencia en la Seguridad Social. ¿Cuál es el sentir de lo técnicos que trabajan en ella? ¿Son conscientes del negro futuro del sistema? ¿Se intenta desde dentro proponer soluciones?
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Soy funcionario jubilado de la Seguridad Social y el problema de la sostenibilidad del sistema viene de antiguo. Hay regímenes que siempre han sido deficitarios, prestaciones mal gestionadas como la incapacidad laboral transitoria en la que se alargan los periodos de baja. Cuando empezaron la Mutuas Patronales a colaborar en esta prestación la duración de las bajas se redujo considerablemente aunque no sé si continúa esta ventaja ya que se produjeron roces con el Sistema Sanitario… El envejecimiento de la población hace que si los cálculos actuariales trabajaron con una supervivencia de 10 años después de jubilarse, ahora son 20 o más. Los complementos a mínimos de una gran cantidad de pensiones ya se vienen pagando con impuestos desde hace mucho tiempo. El hundimiento de la natalidad es difìcilmente superable a medio plazo, pero a pesar de todo el desempleo es una lacra tanto para los mayores que pierden su empleo y no pueden encontrar otro como los jóvenes que no consiguen trabajar. No se habla mucho de la globalización, pero una buena parte de lo que compramos está fabricado en China o cualquier otro país asiático que lo hacen mucho más barato. ¿Cómo podrá arreglarse esto? Cualquiera sabe pero en ningún caso con la soluciones populistas.
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