Las gracietas de la tribu podemita revelan una profunda podredumbre moral
Ya lo hizo el lamentable concejal madrileño Zapata con un chiste en el que se burlaba de los judíos asesinados en las cámaras de gas. En una combinación de infantilismo, insensibilidad, resentimiento y chulería, el concejal podemita mostraba el rostro más preocupante del populismo chavista a la española: su ausencia total de empatía, nacida de la negación de la humanidad de todos aquellos que no piensan como ellos, lo que acaba plasmándose en una siembra continua de odio.
Ahora, quien se dedica a banalizar el cruel asesinato de tantas personas hace menos de un siglo en España es la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau. Su ayuntamiento se dedica a promocionar un festival musical haciendo un juego de palabras que considerarán ingenioso, e incluso chistoso, a propósito de la quema de iglesias.
Se banaliza el crimen, se ríen de las muertes y agresiones, y si se les critica es que eres un intolerante. Se dedican a sembrar odio y luego se sorprenderán de la cosecha. Como se preguntaba esta misma mañana Carlos Herrera, ¿de qué estercolero moral sacan a esta gente?
Mi querida y odiosa España
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Cada uno da lo que tiene, y a estos el odio les sale por cada poro de su cuerpo. Por qué son así, no lo sé. Lo preocupante es la cantidad de gente de su calaña hay en este país, son mucho más numerosos de lo normal.
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