Fueron usados como «carne de cañón» por los republicanos en la batalla del Jarama
Ahora que Iglesias le ha regalado un libro sobre la Brigada Lincoln de voluntarios norteamericanos que lucharon en la Guerra Civil apoyando a la República, no está de más recordar su vivencia por nuestras tierras, algo que nos depara más de una sorpresa.
Tal y como explica Manuel Villatoro en ABC, «El batallón, que se caracterizó en principio por su falta de disciplina, se movilizó además sin haber recibido entrenamiento militar. «Al entrar en batalla muchos no habían disparado ni un solo tiro con su fusil. No habían practicado. Tan solo hubo algunos a los que les dejaron disparar un peine (5 cartuchos) para que vieran como se hacía», explica -en declaraciones a ABC- Luis Martínez, estudioso de la Batalla del Jarama.
Una matanza
El 23 de febrero el batallón Lincoln recibió la orden de tomar el Pingarrón costase las vidas que costase. Todo ello, a pesar de que los nacionales habían reforzado las posiciones con varias ametralladoras pesadas y de que el terreno que había entre su campamento y la ladera de la colina se correspondía con una planicie totalmente virgen de setos, árboles, o cualquier accidente del terreno que les permitiese protegerse del fuego enemigo. Fueron enviados, en definitiva, a un campo de tiro en el que serían aniquilados de forma segura por las tropas franquistas.
El por qué se utilizó a medio millar de soldados como patos de feria es sencillo: las Brigadas Internacionales fueron empleadas por los mandos republicanos (muchos soviéticos) como «fuerzas de choque» a pesar de que carecían de entrenamiento y experiencia militar. Una labor que, hasta entonces, había tenido la Legión.
«La idea de que las Brigadas Internacionales eran el equivalente de la Legión, es decir, unas unidades de choque, no es fácilmente defendible. No obstante, en el primer año de guerra, se les trataba a los internacionales como si en realidad tuvieran la capacidad y el armamento militar de la Legión. En efecto, el decreto que daba un estatus preciso a los internacionales reza: «En sustitución del tercio de extranjeros […] se crearán las Brigadas Internacionales como unidades del Ejército de la República». La consecuencia fueron enormes pérdidas entre los internacionales, obligando al mando a reconstruir brigadas enteras», explica el historiador e hispanista Michael Alpert.
El resultado de los tres ataques sucesivos fue el esperado: más de un centenar de bajas entre muertos y heridos ante el fuego nacional. «Fue un escándalo. Ese ataque o tenía sentido porque el Pingarrón estaba totalmente ocupado y no tenían apoyo aéreo, a pesar de que se lo habían prometido. Fueron utilizados como carne de cañón, lo mismo que las Brigadas Internacionales en general», destaca Martínez. Garde es de la misma opinión y suscribe le término de este estudioso: «Los soldados fueron utilizados como carne de cañón. Fue una carnicería».
El golpe moral para el batallón Lincoln fue tal que, al recibir la orden de atacar por cuarta vez, se sublevaron contra sus mandos. «[Su comandante] les ordenó lanzar ataque tras ataque hasta que perdió 120 hombres de los 500 que formaban el batallón. Los estadounidenses se amotinaron y casi lincharon al peliculero personaje que les habían impuesto como jefe, negándose a regresar a primera línea de fuego hasta que no les dejaran elegir a su propio comandante», explica el popular historiador Antony Beevor.
Entre forcejeos se logró seguir las operaciones. Pero el Pingarrón no caería bajo las bayonetas republicanas. Al final, después de ser retirados del frente cuatro meses después, tuvieron que lamentar (según Vidal) 120 fallecidos y 175 heridos. 295 bajas de un total de 500 hombres.»
Mi querida e insensata España
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Como siempre, Iglesias metiendo la pata. No suelta el pelo de la dehesa.
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