¿Están pagando justos por pecadores?
Pocos dudan en España de que la derogación de la doctrina Parot es un elemento de mal llamado proceso de «paz». Un proceso, por cierto, cuya agenda y exigencias siguen estando ocultas para los españoles.
La doctrina Parot era un piedra en el zapato para el mundo abertzale-etarra y buscaba derogarla. Y lo consiguió, cómo. ¿Habría que preguntárselo a Zapatero y Rajoy? Pero la película parece haber sido la siguiente:
- Se envía al Tribunal Europeo de Derechos Humanos el juez adecuado: José Luis López Guerra. Zapatero lo envía y Rajoy lo mantiene. Todo el mundo coincide en que si el miembro español del tribunal hubiera votado en contra la sentencia no hubiera sido la que fue. De ahí la importancia del juez.
- Aplicación automática de una sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Algo insólito, nuestro ordenamiento jurídico no lo exige, y ningún país europeo lo hace. Es más hay muchos que las incumplen sistemáticamente. Ahí aparece de nuevo la figura de Rajoy y del juez del caso que la aplica de forma inmediata.
- Generalización de la doctrina. Algo que no había por qué hacer, la sentencia de Europa se refería a un caso en concreto. Ahí aparece la Audiencia Nacional, la figura de Grande-Marlaska y su voto de calidad (hoy en el Consejero General del Poder Judicial) y el ministro de Justicia Ruíz-Gallardón que no evitó esa generalización de la aplicación de la sentencia.
- Generalización no sólo a los etarras, sino a los presos comunes. Había que disfrazar que la lograda derogación no era un paso del pacto con el mundo abertzale.
La realidad es que a día de hoy, además de las víctimas del terrorismo, muchos españoles empiezan a sufrir las consecuencias, algunos dirán que colaterales, nosotros creemos que muy relevantes, del pacto con el mundo abertzale-etarra. Esta semana se han conocido como varios violadores puestos en libertad por dejar de aplicar la doctrina Parot, ante la pasividad de nuestras autoridades políticas y judiciales, han violado a varias mujeres y vuelven a estar detenidos.
¿Es justo que paguen justos por pecadores? ¿Pueden dormir tranquilos todos los que intervinieron en este indigno proceso y no defendieron los intereses de España y los españoles? ¿Cuál es el precio que están dispuestos a pagar por llevar a fin el proceso de «paz»? ¿Nos contarán algún día las exigencias del mundo abertzale-etarra?
Mi querida e indignada España.
Categorías:Separatismos, Terrorismo
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