Verdades ocultas

¿Qué pasa con la mujer en el siglo XXI?

El siglo de la liberación de la mujer. Ese es el mantra que nos repiten los apologetas del pensamiento políticamente correcto. Un mantra, que desgraciadamente, va calando en la sociedad. Sin embargo, cuando uno rasca sobre la apariencia se encuentra otra cosa muy distinta. 

No se trata aquí de negar que haya habido avances en la situación de la mujer a lo largo de los siglos XX y XXI. ¡Claro que los ha habido y muy buenos!: en algunos aspecto como la educación, la presencia social, la capacidad de aportar a la vida social, … la mujer ha crecido y de ello se ha beneficiado toda la sociedad. Sin embargo, hay otros ámbitos en que la mujer ha retrocedido sensiblemente. La mujer hoy, como en los peores tiempos de la historia, es considerada en muchas ocasiones como objeto, como objeto sensual y de placer: basta con ver los crecimientos que han tendido actividades contrarias a  la dignidad de la mujer como la prostitución o la pornografía, basta con analizar el papel de la mujer en la publicidad, en la televisión o en el cine.

Hoy nos queremos hacer eco un aspecto todavía más relevante y que quizás pasa más desapercibido para la mayoría de la gente. El hecho de que con carácter general el modo de vida que se propone hoy a la mujer como liberación es un modo que impide lo más propio de la feminidad, la posibilidad de la maternidad. Y eso nos lo recuerda hoy Sanya Richards quien nos explica como para no parar o poner en riesgo su carrera deportiva abortó al niño que esperaba en vísperas de los juegos olímpicos de 2008 en Pekín. La mentalidad actual, la propuesta que se hace hoy a la mujer, la  lleva a poner por encima de lo más grande, la posibilidad de ser madre, cualquier otro objetivo social, deportivo, profesional, económico. Eso es a lo que da importancia hoy la sociedad y en esa propuesta masculiniza a la mujer, le obliga a renunciar a lo que le es más propio. Y lo que es peor, la aboca, como explica Sanya, al drama del aborto.

Alguien podría pensar que de un caso particular queremos deducir una regla general, pero es Sanya la que nos explica la regla general: «No conozco una sola atleta que no haya tenido un aborto». Que es tanto como decir, nuestra forma de vida – como tantas otras hoy, nos aboca (a las mujeres) al aborto, a renunciar a la maternidad.

Alguno podrá pensar que Sanya exagera para quitar gravedad a su actuación. Sin embargo, hace un tiempo nos hacíamos eco en MQE de una noticia similar: Clubes españoles imponen cláusulas antiembarazo a las jugadoras.

Triste destino éste para las mujeres. Pero es el destino que les prepara el mundo moderno. Eso sí pero bajo la siempre seductora idea de liberación. ¿Es esto tratar con respeto a las mujeres? ¿Es esto de verdad liberación? Y no se equivoquen sin mujeres de verdad, orgullosas de serlo, no hay familia ni sociedad que perdure y avance. Y no digamos ya los hombres…

Mi querida y atascada España.



Categorías:Familia, feminismo, Mujer

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