laboriosidad, familia, compromiso social y religiosidad.
Todo hombre busca la felicidad. Todo sociedad quiere ser feliz. En eso no hay discusión. La cuestión peliaguda es ¿cuál es el camino de la felicidad?. Los clásicos lo tuvieron claro, la virtud. El cristianismo mantuvo el criterio, pero lo enriqueció añadiendo a la virtudes humanas la virtudes teologales. Es con la modernidad cuando comienza a quebrarse la idea de que la felicidad se alcanza por caminos distintos al de la virtud. Hoy es mayoritaria en nuestra sociedad, de forma más o menos consciente, la idea de que la felicidad se alcanza por el libertinaje.
Sin embargo, esa idea, que ha calado, conduce cada vez más a la infelicidad, a sociedades menos prósperas, y a sociedades injustas. Francisco José Contreras se hace eco de un estudio de Charles Murray, que analiza la divergente evolución en Estados Unidos entre la clase alta y la clase baja en las últimas décadas. En ese estudio también analiza las características de las personas que se consideran felices. Las conclusiones del estudio reflejan como existe un mayor sentimiento de felicidad en las personas que tienen trabajo, están casadas, se implican en su comunidad y son religiosos.
En el fondo hablamos de virtudes: laboriosidad, fidelidad, caridad y religión. Es decir, la estudios demuestran que la virtud sigue siendo el mejor camino para la felicidad, que lo clásicos siguen teniendo razón, que la modernidad se equivoca.
Este estudio ayuda, también, a responder a otra pregunta muy vigente en nuestros días. ¿Cuál debe ser el papel del Estado? Se suele contestar que la búsqueda del Bien Común, sin embargo este estudio nos ayuda a concretar. El Estado deber promover (verbo muy distinto a imponer) la virtudes en la vida personal y social. Cuando el Estado promueve la virtud ayuda a sus ciudadanos a alcanzar la felicidad, ayuda a la sociedad a ser feliz, contribuye al Bien Común.
Alguno podrá replicar que reclamar este papel para el Estado (la autoridad, siguiendo la teoría clásica) exige aceptar que la Verdad, el Bien y la Belleza juegan un papel en la comunidad política. Y tienen razón, desde MQE exigimos que Verdad, Bien y Belleza estén presentes en el ejercicio de la autoridad. Quizás esto sea demasiado para nuestros conciudadanos, pero es el camino más seguro para la felicidad. ¿Se apuntan?
Mi querida y feliz España.
Categorías:política
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