¿Los padres cuentan para algo?
Dramático, no se nos ocurre mejor adjetivo para lo que está viviendo la familia Gard (hablar de tragedia supondría renunciar a la fe), y con ella todos los hombres de sentido común, de buena fe.
Una familia que lucha por la vida de su hijo y a la que las instituciones públicas británicas y europeas le niegan ese derecho. Una familia que quiere trasladar su hijo de Reino Unido a Estados Unidos, que cuenta para ello con el apoyo del presidente americano Donald Trump, y a la que le niegan, las instituciones públicas británicas, esa posibilidad. Una familia que recibe la disposición del Vaticano a acoger a su hijo en un hospital y las instituciones públicas británicas niegan esa posibilidad.
Ante toda esta riada de disparates en MQE nos surge una pregunta. ¿De quién es hijo Charlie? ¿Cuenta para algo la opinión de los padres? Pues parece que no. En este caso, como en otros muchos, el Estado ha decidido arrogarse la propiedad de Charlie, llegando al extremo de tomarse la libertad para decidir si debe vivir o morir.
Todo este caso como decíamos es dramático. En MQE no tenemos nada que objetar a que dado el caso, pueda haber un decisión médica fundada (no decimos que en este caso la haya, pues no tenemos todos los datos, y no somos expertos en el tema. Para quien quiera profundizar le recomendamos este artículo.) que considere que nuevos tratamientos a Charlie supondrían un encarnizamiento terapéutico y, por tanto, se nieguen a aplicarlos. Cosa muy distinta de lo que ha ocurrido en Reino Unido, donde los médicos lo que quieren es provocar la muerte de Charlie desconectándolo, algo muy diferente a no cometer encarnizamiento terapéutico. Lo primero es inmoral, lo segundo en moral.
Pero llegado el caso de que se pudiera considerar que un nuevo tratamiento supone encarnizamiento terapéutico. No se entiende, que el Estado se arrogue el derecho, sobre los padres,:
- de negarles acudir a otros hospitales extranjeros donde hay otro criterio médico;
- de decidir sobre la vida de su hijo; porque los tribunales solicitan la desconexión de Charlie, su muerte;
- de negarle incluso la posibilidad de que su hijo muera en casa.
Estamos en un mundo donde lo público se privatiza y lo privado se se convierte en público. Ya no existe, y el ejemplo de Charlie es claro, la patria potestad. Los hijos, tal y como quería Lenin, ya no son más de los padres sino del Estado, ni siquiera de la tribu como le gustaría a Anna Gabriel.
Pero si grave e injusta es esta eliminación de la patria potestad. Más terrible resulta la aparente apatía con la que la sociedad europea se está tomando este atropello. Ya parece que no nos preocupa ni la patria potestad. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí?
Mi querida y anti-familiar España.
Esto es el Nuevo Orden Mundial puro nazismo. Los ciudadanos cada vez cuentan menos. El llamado estado de bienestar ha sido un infame artilugio para acabar con nuestras libertades a cambio de libertinaje.
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