De los que se escandalizan ante lo soez.
Define el Diccionario de la RAE soez: grosero, indigno, vil. Y así es como calificamos la decisión de la Generalidad valenciana de Ximo Puig de situar en lugar público, el paseo marítimo, una escultura de contenido sexual. Es un decisión:
- grosera, de mal gusto: porque lo obsceno, lo que es contrario al pudor, es de mal gusto.
- indigna, inferior a la calidad y mérito de alguien: porque a las autoridades les corresponder velar por la moralidad pública.
- vil: que deshonra al que lo hace.
Ignacio Zafra en El País, va de moderno. Le sorprende que alguien se escandalice por las esculturas. Ya saben, esa especie de superioridad moral de los que consideran que el sexo es un medio de placer y nada más.
Una superioridad fruto de la miopía. Una miopía que impide entender el verdadero sentido del sexo y de la sexualidad y que se queda en la capa menos importante de la sexualidad aunque la más llamativa, el placer.
La sexualidad es un forma de comunión, es una de las formas más excelsas de comunicar amor, entrega. En la sexualidad se pone en juego toda la persona, toda la intimidad de la persona. Por eso los que alcanzan a ver este significado, verdadero, de la sexualidad saben que la sexualidad necesita de un contexto, de una intimidad, de un respeto, un aprendizaje.
Un contexto y una intimidad que hacen que la sexualidad no sea una cuestión pública ni de la vía pública. Resulta grosero hacer exposiciones de la sexualidad, no es el lugar de la misma, no es su contexto adecuado. De ahí el pudor, el respeto por la intimidad. No confundir con la mojigatería, no querida Ignacio. El pudor es saber que hay cosas que no se exponen al público, que solo se exponen a quien corresponde, en el caso de la sexualidad a la persona que se ama de forma incondicional.
Un respeto al alto significado que tiene. Resulta indigno que se banalice la misma con una exposición que se queda en lo menos profundo de la sexualidad y que no sabe darle el contexto adecuado para mostrar su grandeza.
Aprender el lenguaje del amor, en el que se inserta la sexualidad, exige tiempo, madurez, criterio. Resulta vil mostrar la sexualidad sin criterio, como si cualquier conducta valiera o fuera igual y en un espacio público, sin respetar los tiempos propios de cada persona, en especial niños y jóvenes. La sexualidad para ser bien vivida exige la templanza, virtud que no suele ser propia de niños y jóvenes, de ahí que no se pueda hablar de sexualidad de cualquier modo, en cualquier lugar y a cualquier edad.
Ya los ves querido Ignacio, nosotros nos escandalizamos ante esta exposición que denigra la sexualidad. Nos indignamos antes unas administraciones públicas sin criterio ni respeto que no parecen conocer su deber de buscar el bien común, que consideran la sexualidad un juego, que no son capaces de mostrar su grandeza.
Y nos solidarizamos con el Foro de la Familia en Valencia y muchas familias valenciana abochornadas por esta actuación de la Generalidad Valenciana y del comisario de la exposición, Fernando Castro.
Mi querida e hipersexualizada España.
Categorías:Libertad, política, Sexualidad
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