¿Cómo no se nos había ocurrido antes?
Pues claro. Y como no hay inmuebles en los que meter a tanto funcionario, les podemos enviar una carta a su casa, nombrándolos empleados públicos y diciéndoles que no hace falta que salgan de casa. ¡Y ya está! ¡Pleno empleo!
¿Y de qué van a trabajar?
Pues muy fácil, de informadores del Estado en sus escaleras. Como en los añorados tiempos soviéticos.
Pleno empleo y un comisario en cada rellano.
¿Quién puede superarlo?
Mi querida y cochambrosa España
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