Los pobrecitos cayeron en la trampa y no tuvieron más remedio que empezar a quemar contenedores
Y luego se sorprenden. Con este periodismo lo que es increíble es que alguien, más allá de los familiares del periodista, compre el diario.
Titulares como este se pueden estudiar en cualquier Facultad de Comunicación como ejemplo de un periodismo que no pretende explicar los hechos, sino difundir propaganda política.
Y encima pretenden que paguemos por esta basura.
Mi querida y delirante España
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