Es el epíteto más benévolo que se nos ocurre.
Los sanitarios no sólo tienen que soportar el desprecio del gobierno social-comunista que los manda a trabajar sin la protección adecuada – y lo que es peor, 1 mes de estado de alarma después, 3 meses desde que se conoce el virus, sigue sin solucionar ese problema -, sino que también tienen que aguantar la cobardía que degenera en insolidaridad de sus propios vecinos.
Sí, damos a las gracias a los sanitarios por curarnos, les aplaudimos a las 8, pero por favor, ¡váyanse a vivir a otro sitio! no sea que me contagie. Esto suena muy parecido al desprecio y abandono que tuvieron que sufrir las víctimas del terrorismo, los miembros de la policía y guardia civil, militares o miembros del PP Vasco y PSE.
Se hablaba siempre de que la sociedad vasca estaba enferma, de que no sabía empatizar con el dolor y sufrimiento de los perseguidos por ETA y es así, era y es una sociedad enferma. Sin embargo, lo que parece mostrar la crisis del COVID-19 es que esa enfermedad – insolidaridad cobarde – no era exclusiva de los vascos, sino que desgraciadamente está extendida por toda España.
Da pena, sobre todo porque una sociedad enferma será incapaz de sobreponerse a la crisis social que viene y si no ¡al tiempo!.
Mi querida y enferma España.
Categorías:Patriotismo
La infame clase política que padecemos no es más que un reflejo de lo que es la sociedad en general.
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