Salvo a las residencias.
El gobierno y los partidos que lo soportan son expertos en echar balones fuera. Uno de los grandes dramas y de las grandes negligencias de esta crisis sanitaria han sido las residencias de ancianos. Ahí se ha producido cerca del 50% de la mortandad que ha provocado esta crisis del COVID-19.
Pablo Iglesias, en los inicios de la crisis, asumió la responsabilidad de las residencias de ancianos. Del resultado de su gestión hablan los datos de fallecidos y el abandono que han sufrido las residencias. Ante este desastre, que está costando muchas vidas humanas, el vicepresidente decidió no volver a hablar de la cuestión; el gobierno, los partidos que lo formas y sus antenas mediáticas empezaron a responsabilizar a las residencias de no hacer bien su trabajo y a descalificar al sector, en especial al de iniciativa social.
Sin embargo, la realidad es muy distinta. En primer lugar, las residencias no son hospitales ni aspiran a serlo. Son lugares donde vive gente mayor y como tal están preparados para la vida en común. No son centros médicos. Por otra parte, las residencias han tratado de proteger a sus mayores con los medios que han podido, pero no han tendido ayuda de las administraciones, en especial del mando único de Pablo Iglesias.
Las residencias pedían ayuda, medicamentos y ¿qué les daba el gobierno? morfina. ¿Es así como se preocupa el gobierno de los ancianos?
Ya lo saben el gobierno no deja a nadie atrás, salvo a los ancianos…
Mi querida y dejada España.
Categorías:Coronavirus, política
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