Hasél contra Rivadulla

Cinco verdades sobre este pretendido mártir de la libertad de expresión llamado Pablo Rivadulla Duró -alias Hasél – para que el lector pueda cantarle las verdades del barquero a su cuñado, cuando este le diga que el mediocre rapero está en la cárcel por cantar con algo de mala leche que el rey Juan Carlos es un golfo:

  1. Está en la cárcel por una acumulación de condenas por delitos entre los que se encuentra la agresión (debidamente ocultada por sus deshonestos defensores), a un periodista ¡de TV3! Pese a ello la emisora ha parecido su canal temático durante los últimos días con continuas entrevistas y todos sus tertulianos en su defensa. El niño de los Rivadulla aparecía a todas horas, hablando más incluso que la Rahola y los epidemiólogos, que ya es decir.

2. En sus letras hay apología del terrorismo y llamadas a la violencia de manera personalizada como las siguientes:

«¡Merece que explote el coche de Patxi López!».

«No me da pena tu tiro en la nuca, pepero. Me da pena el que muere en una patera. No me da pena tu tiro en la nuca, socialisto«,

«Que alguien clave un piolet en la cabeza de José Bono».

«Pena de muerte ya a las Infantas patéticas, por gastarse nuestra pasta en operaciones de estética».

«En mi escuela pública había violencia y no era etarra sino de retratos de la monarquía encima de la pizarra».

«Prefiero grapos que guapos. Mi hermano entra en la sede del PP gritando ¡Gora ETA! A mí no me venden el cuento de quiénes son los malos, sólo pienso en matarlos».

«Merece también un navajazo en el abdomen y colgarlo en una plaza».

«Que li fotin una bomba, que revienten sus sesos y que sus cenizas las pongan en la puerta de la Paeria».

Estas dos últimas dirigidas a Àngel Ros ex alcalde de Lérida.

Más aquí.

3. La extrema izquierda y buena parte del independentismo que ha saltado en favor del rapero no defienden la libertad de expresión como tal sino la de uno de los suyos, o cuanto menos la de uno con los mismos enemigos. Si el autor de las letras tuviera las ideas contrarias de las del niño de los Rivadulla, y por tanto los destinatarios fueran otros, no solo no tendríamos ni una sola defensa de la libertad de expresión de todos estos supremacistas demócratas a la carta, sino que exigirían, con la sobreindignación característica (violencia urbana, como la de estas noches, incluida), que se actuara contra este. ¿Recuerdan el autobus de los niños y las niñas?

4. Hasél no es ningún símbolo de la libertad de expresión sino de su abuso y prostitución, así como de la hipocresía moral, el sectarismo y la chusmización de un sector cada vez más amplio de la sociedad. Si Pablo Rivadulla tuviera el poder ni siquiera muchos de los que lo defienden e incluso se consideran camaradas suyos tendrían derecho a expresar nada que molestara u ofendiera a este stalinito. Sus insultados en Podemos o Izquierda Unida padecen del mismo síndrome que los padres que aguantan el maltrato de los hijos a los que han maleducado, pero el resto de la sociedad no tenemos porque soportar su chantaje moral.

5. Porque Pablo Rivadulla Duró es hijo de un rico empresario (ex presidente del equipo de fútbol de Lleida, cuya gestión le costó la desaparición al club) y nieto de un militar franquista que, por lo que parece, se distinguía por perseguir a granadazos a esos maquis de los que ahora el nieto se siente heredero. Una vez más estamos ante un drama personal y familiar con el consiguiente problema psicológico y emocional que lleva a un joven a volverse lo contrario que sus ancestros, haciendo de su vida una constante de provocación, radicalidad, ira y odio bajo la coartada ideológica como excusa. Por lo que parece la chica falangista que leyó un manifiesto filonazi hace unos días tampoco goza de buena relación con sus padres, pese a que parece tener más afinidad política con estos. El pequeño de los Rivadulla no ha dado palo al agua en su vida ni siquiera estudiando, mientras era mantenido por su papá capitalista.

Pablo (como tantos jóvenes) no tiene un problema con el sistema sino con su familia, y este problema no está en lo que no funciona bien en el mundo sino en su cabeza. Es su vida interior la que debería intentar mejorar y no la de esa «clase obrera» a la que nunca ha pertenecido y que no necesita de su neurosis de niño malcriado para nada. Al contrario, las ideas comunistas que dice defender no han hecho más que hundirla y masacrarla.

El niño de los Rivadulla debería haber leído menos a Marx y más a Freud, si es que le ha leído realmente, que ya es mucho suponer. Aunque lo que le aconsejamos desde MQE durante su estancia en prisión es que aproveche para leer la Biblia y rezar un buen Padre Nuestro cada día, dado que con el suyo no parece quererse mucho.

Dios hace nuevas todas las cosas. Recemos durante esta Cuaresma para que también lo haga con Pablo y que, como su santo, algún día caiga del caballo.

Querida y rapera España



Categorías:Dictadura ideológica, Izquierda radical, Sin categoría, Violencia política

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