Laporta se lleva un portazo en las elecciones a presidente del Barça

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Joan Laporta ha sufrido una incontestable derrota en las elecciones a la presidencia del FC Barcelona. Podríamos decir que más allá de recoger el voto joven que se tomaba el tema a cachondeo y que quería a un presidente más «divertido» que el risueño Bartomeu, Laporta es ya para la mayoría del barcelonismo una caricatura de lo que se supone que fue, y queda ya muy lejana aquella campaña de 2003 en que se le presentaba como el Kennedy catalán (que JFK sea ejemplo de nada daría para otro artículo).

La decepción con Laporta como personaje fue creciendo entre la masa azulgrana, pese a los títulos, y ésta así se lo dijo a los cinco años de presidencia con un voto de censura que perdió con el 60,5% de votos contrarios (por un 6% no tuvo que dimitir). Su paso por la política ha sido también un absoluto fiasco: fue cabeza de lista de una coalición independentista (Solidaritat Catalana per la Independència) que arañó votos descontentos a la ERC que había hecho presidente de la Generalitat catalana a Montilla y a una CiU que por aquel entonces se presentaba a las elecciones únicamente para poner fin al desastroso tripartito. Acabó enemistado con sus compañeros de viaje político López Tena y Uriel Bertran como ya le había pasado con todos sus compañeros de junta en el Barça, desde Rosell y Bartomeu hasta aquellos más leales a los que espiaba, pasando por Soriano e Ingla.

Su aventura de jugar a ser el Braveheart catalán acababa hace mes y medio en el ayuntamiento de Barcelona, por el cual ha pasado como concejal independiente de Esquerra sin que se le haya conocido ni una sola iniciativa digna de mención.  ¿Qué debe pensar estos días en que, a su derrota en el Barça, se le suma que él y no Romevakis podría haber sido el cabeza de la lista independentista para las elecciones del 27-S?

Laporta se dio a conocer como portavoz de la Plataforma Elefant Blau (Elefante Azul) que le planteó una moción de censura al ex presidente José Luis Núñez, un año después de que Ángel Fernández hubiera salido apaleado electoralmente. Un voto de censura que Núñez ganó con el resultado inverso al que luego obtendría el propio Laporta en la moción que se presentó contra él, pero que sirvió para hacer un boquete en el barco nuñista y acabar con una presidencia que engrandeció económica y patrimonialmente el club además de confirar en Cruyff para que cambiara el sino deportivo del equipo.

El joven abogado había entrado previamente en los círculos de influencia de Barcelona gracias a su entonces suegro Juan Echevarría (reconocido empresario y hombre de firmes convicciones derechistas totalmente contrario al independentismo catalán). Desde entonces, y hasta su posterior divorcio (parece ser que en el tema de mujeres sí que está hecho todo un Kennedy), Laporta fue trepando hasta convertirse en el catalán de moda durante cierto tiempo mientras tejía negocio con países tan poco recomendables como Uzbekistán (él que tanto ha criticado luego el patrocinio de Qatar). Con la derrota del sábado ya nada será igual, por mucha frivolidad con la que nos deleite nuestro aprendiz de Berlusconi local.

Y aunque, como decíamos en una anterior entrada, todos los candidatos a la presidencia del club azulgrana han pasado con mayor o menor convicción por el peaje separatista, Laporta había prometido en campaña que el Barça se involucraria del todo con la candidatura separatista del 27-S: esto es pasar de seguir el rollo al establishment nacionalista a ser proactivo dentro de este. Y por eso, entre otras cosas, los culés de MQE nos alegramos de que este personaje no use todavía más el club para sus egos políticos y caprichos personales. La foto del sábado por la noche en que abandonaba el Camp Nou por la puerta de atrás, sin ni siquiera tener la elegancia de felicitar al vencedor contrasta con la del abrazo a Rosell durante la noche electoral de 2010. En aquella ocasión se trató de una derrota indirecta y atenuada, puesto que no era candidato, y muy esperada a tenor de las encuestas. En cambio esta sí que ha sido un veto a su persona, o mejor dicho a  un personaje con aciertos y errores que los socios del Barça han dictaminado que ya es pasado. Un pasado que ha sido superado en lo deportivo por los sucesores, esos mismos que le flanquearon para iniciar aquella revolución de 2003. La época de los Gil, Mendoza y Lopera parece que no quiere volver a nuestro fútbol, y prometemos hablar otro día de Florentino.

Mi querida y futbolera España



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