Si hasta se atreve Savater en El País es que no hay por dónde cogerla.
Tiene la ventaja de que nadie le acusará de ser un peligroso fascista, homófobo y no se cuantas cosas más. Fernando Savater es un fijo en El País y una referencia progre de primera. Pero hasta él ve que la nueva ideología de Estado que nos quieren imponer, la ideología de género, hace aguas por todas partes.
Escribe Savater en El País:
«Ya sabemos que hoy el mejor modo de refutar cualquier crítica que se hace a una ideología o comportamiento es acusar al crítico de padecer fobia contra lo que censura. Invocando la “fobia”, la discusión pasa del terreno argumental al clínico: aunque aporte muchas razones, el adversario es un enfermo moral o mental, un psicópata social. No hay ni que examinar lo que dice, basta con aplicarle salfumán fóbico y sanseacabó. Un ejemplo entre mil: la sentencia judicial “pionera en España” (¡excelente!) que condena por “discriminatoria” la disposición del Ministerio de Sanidad que sólo permite la fecundación artificial a las mujeres que hayan fracasado más de un año en los intentos por coito vaginal. Se asegura que la disposición legal ahora vencida discriminaba a las lesbianas o a las solteras que se negaban a mantener relaciones procreativas. ¡Era homofóbica, ni más ni menos! Y que nadie se atreva a decir que era una medida contra la heterofobia, porque me van a oír…
Pues bien, apúntenme en la lista de los malos (la prefiero a la de los bobos). Que una mujer sana procree un hijo artificialmente para abolir al varón (o que uno o dos hombres utilicen un vientre de alquiler para un fin semejante pero inverso) es realmente discriminatorio para el recién nacido, huérfano programado y privado de una de las dos líneas de filiación que pertenecen a la condición humana. Es lícito querer ser padre o madre, pero querer ser padre sin madre o madre sin padre puede ser aceptado por un juez pero no por la reflexión ética, ya que hurta a un tercero una parte esencial de su aventura personal. Cualquiera puede criar a un niño, sean cuales fueren sus gustos eróticos, pero nadie participa en la paternidad como pareja de una probeta.»
Hay que reconocerle a Savater la valentía de atreverse a decir que el rey va desnudo. Es probable que antiguos admiradores le envíen ahora a los leones, nosotros, que en ocasiones no hemos estado de acuerdo con sus apreciaciones, le reconocemos la honestidad intelectual de una argumentación difícilmente refutable.
Mi querida y valiente España…
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Totalmente de acuerdo. No sé como podremos librarnos de esta aberrante ideología ya que la sociedad no reacciona y los políticos ya se disponen a regular los «vientres de alquiler» Estas ideologías disolventes de la familia y la persona son mucho más peligrosas que el marxismo y quizás sean sus hijas.
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